... es un laberinto sin señales en el que a veces uno se siente perdido. Son esos los momentos por los que debemos guiarnos por nuestro instinto y pensar que lo que nos define no es lo que pensamos ni lo que decimos, sino lo que decidimos y sobretodo lo que hacemos.
Mi padre ese día eligió un camino a veces difícil, sin atajos, el de la honradez. Sin embargo y aunque nos mueva la buena fe, no siempre tomamos las decisiones mas acertadas y de pronto nos encontramos en un callejón sin salida del que cuesta dios y ayuda escapar.
Pero cuando la vida nos da segundas oportunidades, tenemos que agarrarnos a ellas como a un clavo ardiendo. Porque al final, pase lo que pase, lo único que cuenta son las personas y en especial los seres queridos, los que tenemos mas cerca, aquellos que sabemos que siempre van a estar a nuestro lado.
C.C.P.
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